
Sinopsis
«A la comprensión del presente como época de complejidades y  complicaciones crecientes se debe la conciencia del aumento de los  ocasos. Ya no solo nos las habemos con este o aquel ocaso de dioses, que  daba que pensar a los mitólogos, a los teólogos y a los artistas. Si  los ocasos de dioses se siguen de un desarrollo de culturas de invención  como tales, es fácil suponer que los ocasos venideros tampoco se  detendrán ante los misterios de la capacidad de invención humana». 
PETER SLOTERDIJK
En el segundo volumen de Esferas,  Globos, en el que se describe la globalización desde sus inicios hasta  su desarrollo preliminar a finales del siglo XX, Peter Sloterdijk  identifica a Dios como la fuente primordial que proporciona seguridad y  protección al hombre. Esta suposición, válida en todas las religiones  —al menos en las monoteístas—, genera paradojas que tuvieron  consecuencias devastadoras desde la Edad Media hasta la Edad Moderna: el  avance de la radicalización desde el cambio de siglo es su consecuencia  más grave.
Sin embargo, ¿qué ha desencadenado la virulenta  afirmación «Dios ha muerto», desde finales del siglo XIX? ¿Acaso un  cambio de mentalidad? ¿O es un diagnóstico de lo que ha ocurrido? ¿Debe  entenderse como un pronóstico que pone fin a todos los argumentos  interreligiosos?
Peter Sloterdijk enumera en La herencia del Dios perdido,  por primera vez, todas las consecuencias de aquella afirmación, y  abarca en este análisis diversas áreas de la teología y filosofía  actuales, así como la política descarnada actual o los avances  culturales, científicos y tecnológicos inmediatos.
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